PERDÓN INCONDICIONAL / PERDÓN DE VERDAD
Siempre que nos referimos al perdón de Dios decimos que es “incondicional”. Basta repasar algunas de las escenas de perdón de los Evangelios y ver cómo Jesús no pide nada para otorgar su perdón: “vete y no peques más”.
Pero a veces podemos confundir el sujeto de esta incondicionalidad y acabar desvirtuando el perdón. Siempre ha de perdonar la persona ofendida como lo hace Dios, si no, el perdón se convierte en chantaje: “te perdono si…” Pero el pecador, llega a la petición de perdón habiendo recorrido un largo camino de conversión, unas condiciones: ha reconocido su pecado y con arrepentimiento y deseo de cambio, pide el perdón.
Ahora recordaremos todos por qué la Iglesia siempre le ha pedido al penitente: el dolor de los pecados, el propósito de enmienda, la confesión y si es posible la restitución del mal causado o penitencia. Sin estos elementos el perdón no es de verdad, sino que es una estratagema para evitar el castigo y no producirá los verdaderos efectos que el perdón tiene.